La elección de los colores ha sido fundamental, a veces se combinan en un gesto delicado y muy actual: colores tierra como el arena o el crudo, verde botella, azul marino y un naranja energy declinado en múltiples tonalidades.
El blanco y negro se reserva para un par de looks y protagoniza, además, el único estampado, que abre la colección y que curiosamente siendo floral apuesta por el grafismo de este binomio de lejos parece punto de cruz, pero no lo es.
Además se utiliza en los bolsos y en los tacones de las sandalias. Una paleta cromática que se torna suave y sofisticada cuando llegan los vestidos de noche con juegos de escotes traseros y delanteros e insultantemente vaporosos en verde menta, azul glaciar y amarillo casi mostaza que cierran un desfile plagado de invitados en el front row como Nieves Álvarez e Imanol Arias.